La mujer, en esta carta, no solamente toca este árbol; está en comunión con él, casi se ha hecho uno con él. Es un árbol viejo que ha visto muchos tiempos duros. Ella le toca con suavidad, con reverencia, y lo blanco que hay dentro de su capa refleja la pureza de su corazón. Ella es humilde, simple y ésta es la forma de acercarse a la naturaleza. La naturaleza no hace sonar los tambores cuando irrumpe a través de una flor, tampoco entona un canto fúnebre cuando los árboles dejan caer sus hojas en el otoño. Sin embargo, cuando nos acercamos a ella con el espíritu apropiado, comparte con nosotros muchos secretos.
Si no has oído a la naturaleza susurrándote últimamente, es un buen momento para darle la oportunidad.
Y el amor, es esta conexión de experiencia que se siente. El sentimiento de maravillarse a nuestra intuición, a nuestra propia conexión.